El aprender a fluir con los acontecimientos de nuestra vida nos puede traer enseñanzas, fortaleza y paz.

 

Por Bertha Vasconcelos
Hay momentos en la vida que no podemos hacer nada. Una desgracia, una enfermedad en la familia o propia y hay que esperar; una gran pérdida o una tragedia. Tal vez una situación que es imposible cambiarla rápidamente. Hay momentos cuando que te sientes impotente, sin control, abrumado, perdido, confundido. Muchas veces, en esos momentos es mejor fluir con los acontecimientos y las emociones que surjan. No te asustes de tus emociones. Son tuyas, te ayudan a conocerte. Muchas veces te están diciendo que eres capaz de amar.

Fluye cuando alguien de tu familia te hiere porque carece de empatía. Cuando tu jefe te culpa por su falta de habilidades de liderazgo. Fluye cuando las cosas no salen como tu desearías, cuando no encuentras trabajo, cuando todo parece ir en tu contra. Fluye cuando debes esperar o cuando no tienes tiempo para tanta cosa que hacer.

Es importante que te tomes un receso cuando tu cuerpo necesite descansar o cuando requieres despejar tu mente. Por ejemplo, descansar cuando estás muy cansado es justamente fluir con las necesidades de tu cuerpo. También puedes fluir con tus emociones, ante personas difíciles o necias, ante situaciones angustiosas y dolorosas.

Fluir es lo contrario a resistirse. Fluir es soltar y alinearse a los dictados de tu corazón y las sensaciones de tu cuerpo. Es alinearse con tu ser, sin máscaras, sin presiones ni necesidad de ser aprobado o aceptado.

Un buen ejemplo de fluir en otro contexto es cuando subes a un barco. Para no marearte simplemente te dejas llevar por el vaivén del barco por el movimiento de las olas. Dejarse llevar por esos movimientos hacia arriba y hacia abajo, o de lado a otro, impide que te marees. Yo lo hacía intuitivamente cuando he viajado en barcos chicos y medianos. Tiempo después alguien me dijo que justo eso es lo recomendable. Soltar el control, dejar ir, fluir sin resistirse al mismo flujo de la vida.

Cuando fluyes verdaderamente, ante la urgencia interior, te traerá paz. Cuando se requiere demorar una acción, compra o beneficio. Fluir cuando hay que esperar pacientemente. Fácil decirlo, difícil hacerlo, pero es completamente posible con un poquito de esfuerzo.

Los duelos se elaboran mejor y más rápidamente si fluyes con el cúmulo de emociones que se agolpan en tu cuerpo, en tu pecho, tu vientre. Fluir es contrario a rechazar el sentir las emociones muy dolorosas y desagradables que una pérdida provoca. Si las aceptas y fluyes con ellas pierden su fuerza, porque ya les pusiste atención. De lo contrario, se fortalecen como gigantes que regresarán a golpearte más fuerte hasta que las identifiques y aceptes como propias. Solo requieren de tu atención y aceptación.

Fluir te coloca en la sincronicidad. En ese instante en que todo es perfecto. Sincronicidad es cuando estás en el momento y lugar adecuados. Cuando te alineas al Universo.

La vida está llena de altas y bajas. Todos pasamos por periodos de calma y tormentas. A veces estamos arriba, a veces estamos abajo. Todo lo que sube baja y viceversa. Entonces fluye, para que aceptes lo inaceptable, ser paciente cuando no hay paciencia, conocer lo desconocido, ser humilde ante la fuerza y majestuosidad de la naturaleza. Fluir te dará la capacidad de poner a un lado tu ego y doblegarte ante la crudeza de la realidad o la crueldad de la vida.

Y cuando ya no te resistas, sentirás paz. Porque al fluir dejas de sufrir. La paz de la no resistencia. La paz del fluir con los vaivenes de la vida.

Verás que al fluir vives en el aquí y ahora donde puedes hacer magia para crear tu futuro. Un poco de espera, y todo tomará su rumbo nuevamente.
Te deseo paz.